Con la llegada del otoño, septiembre se convierte en el mes en el que más pronunciamos esas palabras de “huele a tierra mojada” con gusto. Se trata de una sensación olfativa que cada persona identifica de una manera y significado, pero que normalmente suele transmitirse como agradable. El olfato afecta en nuestras percepciones y nos influye de manera positiva (o negativa en caso de tratarse de un olor desagradable).
Según diversos estudios, se coincide en la idea de que nos gusta el olor que deja la lluvia porque lo asociamos a sensaciones positivas. Nos acerca a la naturaleza y nos aporta armonía. Quizás sea uno de nuestros olores favoritos (un pequeño placer de la vida) por la sensación de tranquilidad, paz y armonía que nos deja cuando lo olemos.
Parece ser que el olor que deja la lluvia nos transporta al pasado. Según los antropólogos, nuestros antepasados celebraban los días lluviosos porque les garantizaba su supervivencia y por eso disfrutamos tanto con ese olor.
Si algo tienen los olores es que nos generan emociones, nos incitan a la huida, nos hacen que tomemos decisiones, nos alertan, nos emocionan, nos reviven. A veces los olores pueden incluso ser decisivos para nuestros sentimientos y recuerdos. El ser humano recuerda hasta el 35% de lo que huele, frente al 5% de lo que ve. En la apreciación de los olores influye el ambiente en el que cada persona desarrolle su vida así como los aspectos emocionales que se asocien con cada olor.
Cuando notamos un olor determinado, este olor pasa al bulbo olfatorio, estructura que se encuentra en el interior de las fosas nasales y procesa la información. El bulbo olfatorio manda la información al sistema límbico, que es la parte del cerebro especializada en gestionar el aprendizaje, las emociones y la memoria.
¿De dónde proviene el olor a “tierra mojada”?
Se avecina tormenta, llueve, huele a “tierra mojada”. La vida está formada por pequeños placeres, comidas, olores, sabores, momentos que nos gustan,… y uno de los pequeños placeres de la mayoría de las personas por excelencia es el olor que dejan la lluvia y las tormentas.
El olor a “tierra mojada” se denomina petricor y se libera cuando las gotas de lluvia chocan contra las rocas. En ese momento se libera una serie de aceites provenientes de las plantas, que estas habían estado acumulando durante el periodo de sequía.
¿Y tú? ¿Qué olor prefieres? ¿el de un libro nuevo, el del café, pan recién horneado u olor a madera? En Arahí podemos ofrecerte mucho de los aromas de nuestra tierra. ¡Descúbrelos en www.arahi.es!